sábado, 28 de febrero de 2009

¿Biodiqué?


Dando clases de ecología a estudiantes de ingeniería de primer semestre me he dado cuenta de lo difícil que puede ser comunicar conceptos fundamentales de biología a gente "del común", y de que muchas veces lo que uno describe es interpretado de formas diferentes a las esperadas. Por ejemplo, las ideas que ellos tienen acerca de qué es una especie o de cómo es que funciona la evolución son, al menos, extrañas. Pero no parecen estar solos. Yo creo que el grueso de la gente en la mayoría de los casos no entiende lo que para nosotros se da casi por descontado. He vuelto a pensar sobre esto tras leer un cuento de
Ben Fountain acerca de un ornitólogo secuestrado en Colombia, publicado hace un tiempo en El Malpensante. En una carta dirigida a la revista como reacción a la publicación del cuento, Jorge E. Botero les hizo notar que éste había sido ilustrado con una serie de imágenes inadecuadas, que no correspondían a aves colombianas (ej. cacatúas australianas). Además, en su carta Jorge dice algo con lo que estoy muy de acuerdo:

"En nuestra cultura, la naturaleza es un ente abstracto alejado de la realidad. Además de que es críticamente desconocido y de cierta manera despreciado. Sabemos, por ejemplo, que estamos en el país con la mayor diversidad de especies de aves en todo el mundo, pero la gran mayoría de las personas ignora cuáles son. Su conocimiento se queda en lo abstracto. Son solo aves. Tal vez loras o cacatúas o Blue Jays."

"Esa actitud cultural ante la naturaleza y el enorme desconocimiento de ella se convierte en una de las más grandes barreras a la conservación. Es muy difícil conservar lo abstracto. Yo propongo que desde muchos frentes es necesario buscar cambios en la cultura. Hay necesidad urgente de volver la naturaleza algo real y concreto para lograr la conservación, la sostenibilidad ambiental, y de esta manera asegurar nuestro futuro."

Esa percepción abstracta que tiene la gente sobre la biodiversidad es evidente y general, por lo que muchas veces las descripciones coloquiales de la naturaleza, aún por autores educados, están plagadas de errores. Como ejemplos, hace un tiempo he estado recogiendo algunas perlas encontradas en libros de literatura colombiana. (1) En "El Síndrome de Ulises", Santiago Gamboa gasta varias páginas describiendo una situación en la que el protagonista de la novela captura un faisán, y toda la descripción -por demás muy divertida- está hecha como si el faisán fuera un ave acuática! (2) En "Proyecto Piel", Julio César Londoño dice que los pterosaurios eran aves! (3) En "Los Hombres Invisibles", Mario Mendoza describe el Chocó colombiano, donde termina perdido el protagonista de la historia, como un lugar donde existen pirañas, cacatúas, boas acuáticas y simios! (en rigor, simio no es lo mismo que mono, o mico).

Y bueno, como me lo hizo ver Iván, en una de sus canciones Shakira implica que los humanos coexistieron en algún momento con los dinosaurios. Claro, alguien diría que las expresiones artísticas no tienen que ser científicamente exactas (de hecho, la ilustración inexacta de colibríes de Haeckel que acompaña este post es espectacular). ¿Pero qué tal las declaraciones de Alan Jara, exgobernador del departamento del Meta (del Meta!), cuando al ser liberado afirmó que antes de su secuestro no sabía que en Colombia había tigres? (Bueno, tigres de los que conoce el grueso de la gente, tigres de Bengala, no hay).

Pero el desconocimiento y la percepción abstracta de la biodiversidad no sólo son evidentes y hasta graciosos, sino seguramente peligrosos para asuntos relacionados con la conservación. Por ejemplo, hace años El Tiempo me dio un espacio en su página editorial para explicarle mediante una columna de opinión a un concejal bogotano de la época (luego candidato a la alcaldía de la ciudad) que no era lo mismo tener "tinguas" Fulica americana que "tinguas" Rallus semiplumbeus en humedales supuestamente restaurados por el distrito en Bogotá. No sé si entendió.

lunes, 16 de febrero de 2009

Evolución de arriba hacia abajo


La idea de que la edad de las especies es un predictor del tamaño de su rango geográfico, es conocido como la hipótesis de la edad-área propuesta en 1922 por J.C. Willis. En un interesante estudio publicado recientemente, esta hipótesis, con sus respectivas predicciones, se puso a prueba para un grupo de arbustos parientes cercanos del café. De manera inteligente, Paul y sus colegas desarrollaron diferentes medidas del tamaño del rango geográfico que les permitieron evaluar el rango potencial de las especies, el área ocupada físicamente, que tan grande es esta área ocupada, y contrastar estas medidas con una filogenia calibrada para las especies estudiadas.
Aunque el efecto de edad en tamaño del rango geográfico y la explicación de la existencia de "curvas huecas" en biología han sido investigadas ampliamente (1, 2 ), algo que me llamó la atención del estudio de Paul fué su referencia al trabajo de J.C. Willis. Willis era un opositor directo de Darwin y de la teoría de evolución por Selección Natural y creía que ésta no jugaba ningún papel en la evolución (y por consiguiente adaptación, los modelos de especiación que hemos estudiado, etc no tienen cabida en su mundo). Más específicamente Willis creía que la evolución ocurría de acuerdo a ciertas leyes definidas, algo que él llamó la "ley de las mutaciones dicotómicas divergentes". En pocas palabras Willis creía que mutaciones de gran efecto ocurrían en la naturaleza dando orígen a grandes categoría taxonómicas (ordenes, familias, etc) y que luego estos grupos se dividían en grupos más pequeños (géneros, especies, etc). De aquí su idea de que los grupos más jóvenes tiene áreas de distribución más pequeñas que los grupos antiguos. Esta visión del modo de operar de la evolución fue lo que Willis mismo llamó evolución de arriba hacia abajo (downwards), opuesto a la visión Darwininana en la cual las poblaciones adquieren diferencias y debido al actuar de ciertos mecanismos eventualmente se convierten en especies. Las diferencias acumuladas por estas especies es lo que nos permite hoy reconstruir árboles filogenéticos y luego, de manera hasta cierto punto arbitraria, decidimos "cortar" estos árboles an algunas ramas que luego llamamos géneros, familias, etc, pero en realidad no creemos que éstas categorías taxonómicas sean reales en el sentido explícito de la palabra. Para Willis, por el contrario sí, las familias (u ordenes) surgen primero, son reales, y de éstas se dividen los géneros y de éstos las especies, etc (una visión similar, en alguna medidad, a la de grandes paleontólogos como G.G. Simpson y S.J. Gould). Esta visión requiere una interpretación cautelosa de los áboles filogenéticos generados actualmente.
Willis estudiaba las Podostemaceae, una familia absolutamente bizarra que no tiene muchos caracteres morfológicos y por lo tanto ha sido difícil de ubicar en el árbol filogenético de las angiospermas. De ahí muy seguramente su visión de las grandes mutaciones: para él era simplemente imposible pensar que esta familia hubiera evolucionado por Selección Natural (o "de abajo hacia arriba"). Yo solo trato de imaginarme que pensaría Willis si viviera hoy y supiera que las Podostemaceae parecen ser derivadas de los gigantes árboles tropicales como Clusia.

lunes, 9 de febrero de 2009

A Bloggear para Darwin

Como anticipo a la especial celebración del cumpleaños de Darwin, esta es sólo una entrada muy corta para comentar que evodiversidad está conectado con la iniciativa Blog for Darwin. Los posts sobre Darwin que hagamos entre el 12 y el 15 aparecerán junto con los de un enjambre de blogs de todo el mundo que estarán escribiendo sobre el tema. 

jueves, 5 de febrero de 2009

Ornitología Colombiana No. 7


Acabamos de publicar el nuevo número de Ornitología Colombiana, disponible gratis en la página de la Asociación Colombiana de Ornitología. La principal novedad en relación con la revista es que muy pronto estará indexada por Publindex a nivel nacional, e internacionalmente por Scopus. En cuanto a los artículos, hay varios muy buenos y de temas variados, pero creo que el plato fuerte de este número es un ensayo bien interesante sobre la historia de la ornitología en Colombia escrito por Luis Germán Naranjo. ¿Será que ya -o pronto- podremos hablar de una biología evolutiva colombiana?

lunes, 2 de febrero de 2009

Los Grandes Especiadores


Con una tasa de diversificación aproximada de 0.5 especies por millón de años, yo pensaba que los Scytalopus (Rhinocryptidae) que hemos estado estudiando hace tiempo eran un caso excepcional de diversificación rápida a escala continental entre las aves. Comparados con los "grandes especiadores" del género Zosterops de los que habló Jared Diamond desde la década de 1970 y que ahora son objeto de un estudio reciente de Rob Moyle et al. publicado online hace un par de días en PNAS, los Scytalopus no parecen muy especiales que digamos... El artículo de Moyle y colaboradores ya ha sido comentado en detalle en otro blog así que no comentaré mucho sobre los detalles de sus muy interesantes resultados (i.e. 1.95—2.63 especies por millón de años!). Lo que sí llama la atención es que la propensión a presentar evolución morfológica rápida que estas aves tendrían como lo sugieren los autores, es consistente con los resultados de la tesis de Andrea Baquero, una de mis estudiantes de pregrado, en su estudio sobre cambios morfológicos y de vocalizaciones en Zosterops (Speirops) lugubris como resultado de su presencia en plantaciones de café y cacao en la Isla de Săo Tomé (sí, Săo Tomé).