lunes, 2 de abril de 2012

Los toros de lidia no son una especie (o qué significaría y qué implicaría que lo fueran)


por Iván Jiménez y C. Daniel Cadena

(No sabemos de quién es la foto del toro de lidia. La foto del otro animal de la misma especie viene de esta reseña interesante sobre el origen de este animal domesticado).

En una entrada anterior presentamos una serie de puntos que, desde la perspectiva de la biología, arrojan serias dudas sobre la validez de los argumentos que enfatizan la conservación de las especies y la biodiversidad en defensa de las corridas de toros en Colombia. Aquí desarrollamos el primero de estos puntos:

"El toro de lidia no es una especie sino una variedad, una raza. Referirse al toro de lidia como especie implica asignarle un grado de diferenciación evolutiva que no posee y, por ende, mayor prioridad para la conservación de la biodiversidad de la que tiene."

La noción de especie es esencial para entender la diversidad biológica, así como para definir estrategias para su conservación. Por esto, la palabra especie no debe usarse ligeramente como lo han hecho aquellos que han defendido la continuidad de las corridas de toros aduciendo que si éstas se prohibieran se causaría la extinción de "la especie del toro de lidia". La importancia del término especie en el contexto de la conservación de la biodiversidad es evidente en el sistema desarrolado por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) para la categorización de los organismos silvestres según su riesgo de extinción. Este sistema distingue explícitamente las especies de otras entidades biológicas como las subespecies y razas, le asigna mayor prioridad a las especies que a las subespecies o razas, y consulta expertos para evaluar qué tan ampliamente aceptadas son las definiciones de especie que se utilizan como base para determinar el riesgo de extinción (1). La importancia del término especie es igualmente evidente en la evaluación de la situación de las especies de animales domesticados llevada a cabo por la Comisión de Recursos Genéticos para la Alimentación y la Agricultura de las Naciones Unidas, que distingue explícitamente las especies de las subespecies y las razas (2). Esta comisión señala que la asignación de recursos para la conservación de las razas agropecuarias debe formularse tomando en cuenta el contexto más amplio de las especies. Todo esto deja claro que es importante utilizar la palabra especie de manera correcta.

Al menos como punto de partida, los participantes en el debate sobre las corridas de toros deberían reconocer las especies aceptadas ampliamente por las clasificaciones taxonómicas formales que recopilan los resultados de las investigaciones científicas pertinentes, tal como como lo ha hecho al menos un columnista de opinión. De acuerdo con la clasificación taxonómica de mamíferos más ampliamente aceptada (3), los toros de lidia no se consideran miembros de una entidad suficientemente diferenciada como para tratarlos como representantes de una especie distinta de la de la vaca. Del mismo modo, la Comisión de Recursos Genéticos para la Alimentacíon y la Agricultura de las Naciones Unidas considera que los toros de lidia son una raza de vaca (4). Quienes tengan interés en desviarse de esta clasificación taxonómica de forma válida deberían, por lo menos, identificar explícitamente cuál de las varias acepciones del término especie empleadas en biología adoptan, así como las consideraciones empíricas que sustentan la desviación de la taxonomía aceptada. A continuación describimos en qué consiste la noción de especie en biología, exploramos por qué los toros de lidia no son generalmente considerados como una especie, y analizamos qué significaría y qué implicaría suponer que el toro de lidia es una especie, en contra de las clasificaciones taxonómicas formales ampliamente aceptadas por los biólogos. En ausencia de esa reflexión, el argumento protaurino basado en "la conservación de la especie" difícilmente será válido.

Distintos elementos de las acepciones del término especie vigentes en la biología han sido discutidos continuamente al menos desde el siglo XVII. Estas discusiones han contribuido notablemente no sólo a entender qué es una especie (ontología), sino también a comprender cómo reconocer y delimitar las especies empíricamente (epistemología). Actualmente existe un consenso relativamente amplio entre los biólogos en torno a una noción de especie muy general según la cual las especies son poblaciones (conjuntos de organismos) o grupos de poblaciones que evolucionan separadamente de otras poblaciones o grupos de poblaciones (5). Esta noción de especie, que describe el tipo de entidad que una especie es, puede aplicarse empíricamente mediante varias definiciones o “conceptos” de especie, que describen los criterios metodológicos mediante los cuales se decide si una entidad biológica puede considerarse una especie distinta de otras entidades biológicas. Por ejemplo, las especies de animales y plantas son frecuentemente definidas como un conjunto de individuos que se encuentran aislados reproductivamente de otros conjuntos de individuos. De acuerdo con esta definición (conocida como el "concepto biológico de especie", probablemente la definición de especie empleada en la práctica con mayor frecuencia por la mayoría de biólogos), distintos organismos son de la misma especie si frecuentemente (y no excepcionalmente) pueden cruzarse entre sí y dar origen a descendencia viable y fértil en su ambiente natural. Esta definición de especie enfatiza el aislamiento reproductivo como una barrera al flujo de genes entre organismos, que delimita grupos de individuos que comparten un acervo genético distinto del de otros grupos de individuos. Dado su aislamiento reproductivo, estos grupos tienden a evolucionar separadamente y a formar unidades distintas en términos de sus características fenotípicas (morfológicas, fisiológicas y de comportamiento) y ecológicas (relación con el ambiente abiótico y con otros organismos). Si se adopta esta definición, el toro de lidia no sería una especie sino una variante de la vaca, la especie Bos taurus, pues los toros de lidia pueden aparearse con otras variedades de vacas y engendrar descendencia fértil. La ausencia de aislamiento reproductivo entre variedades de vacas ha sido apreciada por los naturalistas al menos desde los tiempos de Darwin.

Aún cuando los toros de lidia no están aislados reproductivamente de otras variedades de vaca (en el sentido enfatizado por el concepto biológico de especie), de acuerdo con algunas definiciones de especie uno podría argumentar que el toro de lidia sí debería considerarse como una especie aparte. Por ejemplo, es posible definir especies como grupos de individuos que comparten una linea de ascendencia y descendencia, y que se pueden distinguir de otros grupos de individuos por algún rasgo diagnóstico (sea fisiológico, morfológico, de conducta o genético); esta definición es una de las versiones del "concepto filogenético de especie". Si se sustenta empíricamente que los toros de lidia se ajustan a esta definición, podrían considerarse como una especie. Estudios recientes sugieren que varias razas de vacas pueden diferenciarse mediante análisis genéticos (6). Más aún, vacas criadas para las corridas de toros en distintas ganaderías podrían ser diferenciables genéticamente (7) , lo cual sugiere la posibilidad de que incluso existan varias especies de toros de lidia de acuerdo al concepto filogenético de especie. ¿Cuáles serían las consecuencias prácticas en términos de la conservación de la biodiversidad de adoptar dicho concepto de especie y considerar a los toros de lidia como una (o inclusive varias) especie(s)? En principio habría que aplicar tal definición de especie consistentemente a través de un amplio espectro de organismos. Así pues, habría que reconsiderar la delimitación de muchas especies y muchos grupos de organismos que hoy se consideran especies pasarían a ser considerados conjuntos de especies diferentes. No tendría sentido, por ejemplo, considerar al toro de lidia como una especie sin conceder también el estatus de especie a otras razas de vacas que presentan grados similares de diferenciación genética, como cebú hindú, sayaguesa, vaca canaria, vaca palmera, mirandesa, mallorquina, menorquina, bruna de los pirineos, pasiega, serrana de teruel, pirenaica, betizu, mostrenca o garvonesa, entre otras (8). Tal práctica tendría que extenderse a razas de otros grupos de bóvidos y, más ampliamente, de otros mamíferos y de animales, plantas y otros organismos. El número de especies reconocidas resultaría enorme, mucho más grande que el ya considerable número de especies reconocidas hoy en día (9) . En general, adoptar una definición de especie como esta conduciría a reconocer muchas más especies poco diferenciadas entre sí, a una “inflación taxonómica” (10). A su vez, tal situación resultaría en un incremento notable en el número de especies que se considerarían amenazadas de extinción y, como algunos aducen, en una mayor dificultad para financiar y priorizar las agendas para la conservación de la biodiversidad (11).

No insinuamos que una definición de especie es mejor que otra. Varias definiciones de especie son útiles porque en conjunto contribuyen a describir los resultados de los procesos evolutivos, especialmente de la especiación (generación de especies). Sin embargo, es importante identificar cuál de las varias definiciones de especie se utiliza, ya que las estrategias de conservación deben tomar en cuenta la definición de especie en la que están basadas. Por ejemplo, cuando las estrategias para la conservación de la biodiversidad se basan en el concepto biológico de especie (probablemente el caso más común), es importante tener en cuenta que una especie puede incluir poblaciones que están evolucionando en direcciones distintas a pesar de no estar completamente aisladas reproductivamente. Idealmente, en aquellos casos, se debería procurar la conservación de poblaciones que representen la variación existente dentro de una especie (12). Esta es la razón por la cual la conservación de las razas de animales domesticados tiene como objetivo representar la variación de la especie a la que pertenecen; al representar la variación de las especies domesticadas se busca maximizar el mantenimiento del potencial evolutivo de dichas especies (13). Es importante anotar que varias razas pueden ser sustituibles (redundantes) en relación con este objetivo. La conservación del toro de lidia no es necesariamente indispensable para la conservación de Bos taurus pues otras razas podrían suplir su eventual ausencia. Por otra parte, si se adoptara el concepto filogenético de especie, sería clave considerar que varias especies pueden exhibir poca diferenciación aún si son diferenciables de otras. Por lo tanto, al establecer las prioridades para la conservación de la biodiversidad (suponiendo que no es posible conservar todas las especies) se debería minimizar el grado de redundancia de diferentes especies en términos de la variación genética, fenotípica y ecológica. En ese sentido, así representara una especie distinta, el toro de lidia no parecería ser merecedor de esfuerzos especiales de conservación ya que la desaparición de otras especies de vacas (también definidas según el concepto filogenético de especie) de características similares es improbable. De forma más general, es ampliamente aceptado que al asignar prioridades para la conservación de la biodiversidad se deben tener en cuenta, además del estatus taxonómico de especie, varios aspectos de la historia evolutiva, incluyendo qué tan cercanamente emparentados y qué tan distintos fenotípicamente son diferentes grupos de organismos (14).

En resumen, cuando se habla de conservación de la biodiversidad, es importante utilizar la palabra especie de forma adecuada porque las estrategias ampliamente acordadas para la conservación de la biodiversidad están basadas en la distinción explícita entre las especies y otro tipo de entidades, como las subespecies y razas. Estas estrategias enfatizan el uso de clasificaciones taxonómicas formales y ampliamente aceptadas, ninguna de las cuales considera al toro de lidia como una especie. Las especies tienen mayor prioridad para la conservación de la biodiversidad que las subespecies o razas. La idea de que las entidades biológicas ampliamente aceptadas como especies son las que merecen particular atención de los conservacionistas no sólo es la práctica que más frecuentemente implementan los biólogos de la conservación, sino que también es una idea ampliamente difundida entre el público general. Por lo tanto, aludir a la conservación de la biodiversidad y referirse al toro de lidia como especie sin explicar la razón que justifica tal desviación de la taxonomía aceptada crea la impresión de que el toro de lidia es más diferenciado evolutivamente de lo que en realidad es, y por ende crea la impresión de que este grupo de organismos merece mayor prioridad para la conservación de la biodiversidad de la que verdaderamente tiene.

viernes, 3 de febrero de 2012

Aspectos de Biología y el Debate sobre las Corridas de Toros en Colombia


por Iván Jiménez y C. Daniel Cadena

En los últimos años, especialmente en las últimas semanas, hemos sido testigos de un amplio debate en torno a las corridas de toros en Colombia: ¿son éticamente justificables? ¿deberían prohibirse? Creemos que este debate es importante en sí mismo y en el contexto más general de la relación entre los seres humanos y otros organismos. Para garantizar un debate productivo, por supuesto, es importante que quienes participan lo hagan sobre bases sólidas, pero nos preocupa que muchos de quienes se han expresado recientemente sobre el tema en importantes medios de comunicación colombianos discuten aspectos biológicos utilizando argumentos evidentemente inválidos. Por eso hemos decidido tratar aquí aspectos del debate que atañen a tres subdisciplinas de la biología: la ecología, la evolución y la biología de la conservación. Nos preocupa que tales aspectos no parecen ser comprendidos por destacados participantes del debate sobre las corridas de toros. En particular, es preocupante que la conservación de las especies y la biodiversidad colombiana se esgrima, de forma inapropiada y frecuente, como argumento en defensa de las corridas de toros en Colombia.

El periódico El Tiempo publicó recientemente un “manifiesto en defensa de las corridas” en el que reconocidos escritores y periodistas (Antonio Caballero, Alfredo Molano, Víctor Diusabá y Germán Castro Caycedo) afirmaron: “También nosotros somos defensores del medio ambiente y de la conservación de las especies, que incluyen la del toro bravo, y en consecuencia las condiciones que hacen posible su crianza y su existencia.” Aura Lucía Mera reprodujo esta parte del manifiesto y la apoyó en su columna de El Espectador. En este mismo medio, el manifiesto también fue apoyado y reproducido en su totalidad por Maria Elvira Bonilla en su columna. Hace más de un año, en su columna en El Tiempo Mauricio Vargas se refirió al trabajo del filósofo Francis Wolff para sugerir que los “ecologistas” que se oponen a las corridas de toros contradicen sus propios principios porque sin las corridas “la especie de los toros de lidia habría desaparecido”. En 2010 un editorial de El Tiempo discutió la decisión que la Corte Constitucional debía tomar en ese entonces sobre el futuro de las corridas de toros en Colombia y se refirió al supuesto valor de las ganaderías del toro de lidia para la conservación de la biodiversidad: “Si la Corte resolviera acabar la fiesta, paradójicamente le estaría dando el puntillazo final al bello toro de lidia en Colombia que, curiosamente, es gran protector de la biodiversidad, de fuentes de agua, pues, al ser criado en grandes extensiones, no permite la depredación humana.”. Algo similar hizo Jaime Castro en una columna de opinión del mismo periódico: “No sobra agregar que contribuyen a la conservación de las extensas y casi silvestres áreas que se dedican a las ganaderías de casta y que sin corridas desaparecería entre nosotros la especie toros de lidia (sic).”. Argumentos parecidos fueron expuestos en la televisión colombiana por el Secretario Técnico de la Corporación Taurina de Bogotá: "la muerte del toro en este ritual garantiza la subsistencia de esa especie animal sobre el planeta Tierra.".

Las opiniones descritas arriba y otras similares expresadas recientemente en varios medios colombianos son inconsistentes con conceptos ampliamente aceptados en el ámbito científico. Por lo tanto, tales opiniones enlodan el debate sobre las corridas de toros y desinforman sobre las prioridades para la conservación de la biodiversidad en Colombia. Antes de sustentar esta tesis aclaramos que nuestra intención no es defender o atacar la totalidad de los argumentos presentados por una u otra posición en el debate sobre las corridas de toros. Nuestro objetivo es más modesto: describir el consenso científico actual sobre algunos de los varios aspectos que son relevantes para el debate en el contexto colombiano, que tienen que ver con la ecología, la evolución y la biología de la conservación. Las ciencia por sí sola no puede resolver el debate sobre las corridas de toros, ni otros debates éticos en los que se examinan racionalmente posibles conductas humanas con el fin de determinar cuáles de ellas deben promoverse o evitarse. Se necesita, además, el aporte central de la filosofía (por ejemplo, véanse estos dos textos de Javier García-Salcedo: 1, 2), entre otras disciplinas. Pero la ciencia sí puede aportar descripciones de la naturaleza de las cuales depende la validez de los argumentos presentados en los debates éticos.

Los argumentos presentados por varios columnistas de opinión y otros actores del debate, que enfatizan la conservación de las especies y la biodiversidad colombiana en defensa de las corridas toros en Colombia, no son válidos por al menos cinco razones que presentamos a continuación y que desarrollaremos en detalle en textos que iremos enlazando en este blog en los próximos días.

A) El toro de lidia no es una especie sino una variedad, una raza. Referirse al toro de lidia como especie implica asignarle un grado de diferenciación evolutiva que no posee y, por ende, mayor prioridad para la conservación de la biodiversidad de la que tiene. Desarrollo

B) El toro de lidia es una variedad (y no una especie) domesticada, producto de selección artificial. Por lo tanto, el mantenimiento de poblaciones del toro de lidia en Colombia, por sí mismo, no contribuye a la conservación de la biodiversidad silvestre autóctona del territorio nacional, que es la prioridad de las agendas de conservación de la biodiversidad colombiana.

C) Además de intentar conservar las plantas, animales y microorganismos silvestres propios de diferentes regiones del mundo, la conservación de la biodiversidad también implica la conservación de organismos domesticados. Sin embargo, la conservación del toro de lidia en Colombia no es una prioridad para la conservación de variedades de animales domesticados.

D) En España y otros países del viejo mundo las ganaderías de toros de lidia podrían, según opiniones discutibles, contribuir a la conservación de la biodiversidad silvestre autóctona de esas regiones. En cambio, en Colombia, la actividad ganadera en general, incluyendo la cría del toro de lidia, es en realidad una de las principales amenazas para la conservación de la biodiversidad silvestre y nativa.

E) El movimiento antitaurino colombiano se basa principalmente en argumentos animalistas que enfatizan los intereses de los animales. Muy diferentes son los argumentos que enfatizan los grupos ambientalistas (o “ecologistas”), relacionados con la conservación de la biodiversidad. Los argumentos animalistas pueden ser válidos aún si no son compatibles con los argumentos ambientalistas. Sin embargo, contrario a lo que han aducido varios participantes en el debate sobre las corridas de toros en Colombia, los argumentos animalistas son compatibles con la conservación de la biodiversidad colombiana.

Esperen el desarrollo del punto B.

jueves, 5 de enero de 2012

PostDoc @ UniAndes


El Departamento de Ciencias Biológicas (DCB) de la Universidad de los Andes (Bogotá, Colombia) ofrece posiciones para dos investigadores-docentes postdoctorales, que se vincularían como profesores visitantes de tiempo completo por un año, a partir del segundo semestre de 2012. Los aspirantes deben poseer título de Ph.D. y se dará preferencia a aquellos investigadores que tengan interés en vincularse a algún grupo de investigación del DCB para su estancia postdoctoral (ver http://dcb.uniandes.edu.co/).

Se espera que el candidato seleccionado fomente nuevas perspectivas y enfoques de investigación científica en el DCB, mediante investigaciones independientes o colaborativas, en asocio con uno o varios profesores del DCB. El candidato seleccionado también actuará como colega de otros profesores y como mentor para estudiantes de pregrado y posgrado. Las responsabilidades docentes de la posición incluyen dictar un curso introductorio de ecología o biología celular (dependiendo de la experiencia del profesor visitante) para estudiantes de carreras distintas a Biología, en cada uno de los semestres académicos del año, así como un mes durante el período intersemestral. El profesor visitante además podrá dictar cursos o talleres adicionales en temas que sean de su interés.

La posición se ofrece por un año, con la posibilidad de extenderse a un año adicional, dependiendo del desempeño del investigador y de la situación presupuestal. Los candidatos deberán estar en disposición de iniciar actividades el 1 de agosto de 2012.

Enviar una carta de presentación, hoja de vida y dos cartas de recomendación antes del 15 de enero de 2012, a la dirección que se muestra a continuación:

Comité de Selección Profesoral
Departamento de Ciencias Biológicas
Universidad de los Andes
Carrera 1 No. 18A-12
Apartado Aéreo 4976
Bogotá, Colombia
ccontbio@uniandes.edu.co

The Department of Biological Science (DCB) at the Universidad de los Andes (Bogotá, Colombia) seeks to fill two positions as teaching postdoctoral researchers. The selected candidates will serve as full-time visiting professors with a contract for 12 months (renewable for a second year) starting August 1st, 2012. Applicants must possess a Ph.D. before the starting date. Preferences will be given to candidates interested in affiliating himself or herself with an existing lab within the DCB (see http://dcb.uniandes.edu.co/).

We seek candidates interested in developing and promoting new research perspectives within the DCB via collaboration with one or more professors or via independent research. The selected candidates should also be willing to act as an advisor or mentor to undergraduate and/or graduate students. Teaching responsibilities include one undergraduate non-majors course in ecology or cellular biology (depending on the expertise of the postdoc) each semester, plus some teaching duties for one month during the annual break (Boreal summer). The selected candidate may choose to offer or participate in additional courses or workshops in areas of his or her interest.

The teaching postdoc position is guaranteed for the first year, with an optional second year conditional upon satisfactory performance and available funding.

Interested persons should send a cover letter, CV and two recommendation letters to the email address by January 15, 2012, to the address below.

Comité de Selección Profesoral
Departamento de Ciencias Biológicas
Universidad de Los Andes
Carrera 1 No. 18A-12
Apartado Aéreo 4976
Bogotá, Colombia
Email: ccontbio@uniandes.edu.co
Webpage: http://dcb.uniandes.edu.co/