por Iván Jiménez y C. Daniel Cadena
En los últimos años, especialmente en las últimas semanas, hemos sido testigos de un amplio debate en torno a las corridas de toros en Colombia: ¿son éticamente justificables? ¿deberían prohibirse? Creemos que este debate es importante en sí mismo y en el contexto más general de la relación entre los seres humanos y otros organismos. Para garantizar un debate productivo, por supuesto, es importante que quienes participan lo hagan sobre bases sólidas, pero nos preocupa que muchos de quienes se han expresado recientemente sobre el tema en importantes medios de comunicación colombianos discuten aspectos biológicos utilizando argumentos evidentemente inválidos. Por eso hemos decidido tratar aquí aspectos del debate que atañen a tres subdisciplinas de la biología: la ecología, la evolución y la biología de la conservación. Nos preocupa que tales aspectos no parecen ser comprendidos por destacados participantes del debate sobre las corridas de toros. En particular, es preocupante que la conservación de las especies y la biodiversidad colombiana se esgrima, de forma inapropiada y frecuente, como argumento en defensa de las corridas de toros en Colombia.
El periódico El Tiempo publicó recientemente un “manifiesto en defensa de las corridas” en el que reconocidos escritores y periodistas (Antonio Caballero, Alfredo Molano, Víctor Diusabá y Germán Castro Caycedo) afirmaron: “También nosotros somos defensores del medio ambiente y de la conservación de las especies, que incluyen la del toro bravo, y en consecuencia las condiciones que hacen posible su crianza y su existencia.” Aura Lucía Mera reprodujo esta parte del manifiesto y la apoyó en su columna de El Espectador. En este mismo medio, el manifiesto también fue apoyado y reproducido en su totalidad por Maria Elvira Bonilla en su columna. Hace más de un año, en su columna en El Tiempo Mauricio Vargas se refirió al trabajo del filósofo Francis Wolff para sugerir que los “ecologistas” que se oponen a las corridas de toros contradicen sus propios principios porque sin las corridas “la especie de los toros de lidia habría desaparecido”. En 2010 un editorial de El Tiempo discutió la decisión que la Corte Constitucional debía tomar en ese entonces sobre el futuro de las corridas de toros en Colombia y se refirió al supuesto valor de las ganaderías del toro de lidia para la conservación de la biodiversidad: “Si la Corte resolviera acabar la fiesta, paradójicamente le estaría dando el puntillazo final al bello toro de lidia en Colombia que, curiosamente, es gran protector de la biodiversidad, de fuentes de agua, pues, al ser criado en grandes extensiones, no permite la depredación humana.”. Algo similar hizo Jaime Castro en una columna de opinión del mismo periódico: “No sobra agregar que contribuyen a la conservación de las extensas y casi silvestres áreas que se dedican a las ganaderías de casta y que sin corridas desaparecería entre nosotros la especie toros de lidia (sic).”. Argumentos parecidos fueron expuestos en la televisión colombiana por el Secretario Técnico de la Corporación Taurina de Bogotá: "la muerte del toro en este ritual garantiza la subsistencia de esa especie animal sobre el planeta Tierra.".
Las opiniones descritas arriba y otras similares expresadas recientemente en varios medios colombianos son inconsistentes con conceptos ampliamente aceptados en el ámbito científico. Por lo tanto, tales opiniones enlodan el debate sobre las corridas de toros y desinforman sobre las prioridades para la conservación de la biodiversidad en Colombia. Antes de sustentar esta tesis aclaramos que nuestra intención no es defender o atacar la totalidad de los argumentos presentados por una u otra posición en el debate sobre las corridas de toros. Nuestro objetivo es más modesto: describir el consenso científico actual sobre algunos de los varios aspectos que son relevantes para el debate en el contexto colombiano, que tienen que ver con la ecología, la evolución y la biología de la conservación. Las ciencia por sí sola no puede resolver el debate sobre las corridas de toros, ni otros debates éticos en los que se examinan racionalmente posibles conductas humanas con el fin de determinar cuáles de ellas deben promoverse o evitarse. Se necesita, además, el aporte central de la filosofía (por ejemplo, véanse estos dos textos de Javier García-Salcedo: 1, 2), entre otras disciplinas. Pero la ciencia sí puede aportar descripciones de la naturaleza de las cuales depende la validez de los argumentos presentados en los debates éticos.
Los argumentos presentados por varios columnistas de opinión y otros actores del debate, que enfatizan la conservación de las especies y la biodiversidad colombiana en defensa de las corridas toros en Colombia, no son válidos por al menos cinco razones que presentamos a continuación y que desarrollaremos en detalle en textos que iremos enlazando en este blog en los próximos días.
A) El toro de lidia no es una especie sino una variedad, una raza. Referirse al toro de lidia como especie implica asignarle un grado de diferenciación evolutiva que no posee y, por ende, mayor prioridad para la conservación de la biodiversidad de la que tiene. Desarrollo
B) El toro de lidia es una variedad (y no una especie) domesticada, producto de selección artificial. Por lo tanto, el mantenimiento de poblaciones del toro de lidia en Colombia, por sí mismo, no contribuye a la conservación de la biodiversidad silvestre autóctona del territorio nacional, que es la prioridad de las agendas de conservación de la biodiversidad colombiana.
C) Además de intentar conservar las plantas, animales y microorganismos silvestres propios de diferentes regiones del mundo, la conservación de la biodiversidad también implica la conservación de organismos domesticados. Sin embargo, la conservación del toro de lidia en Colombia no es una prioridad para la conservación de variedades de animales domesticados.
D) En España y otros países del viejo mundo las ganaderías de toros de lidia podrían, según opiniones discutibles, contribuir a la conservación de la biodiversidad silvestre autóctona de esas regiones. En cambio, en Colombia, la actividad ganadera en general, incluyendo la cría del toro de lidia, es en realidad una de las principales amenazas para la conservación de la biodiversidad silvestre y nativa.
E) El movimiento antitaurino colombiano se basa principalmente en argumentos animalistas que enfatizan los intereses de los animales. Muy diferentes son los argumentos que enfatizan los grupos ambientalistas (o “ecologistas”), relacionados con la conservación de la biodiversidad. Los argumentos animalistas pueden ser válidos aún si no son compatibles con los argumentos ambientalistas. Sin embargo, contrario a lo que han aducido varios participantes en el debate sobre las corridas de toros en Colombia, los argumentos animalistas son compatibles con la conservación de la biodiversidad colombiana.
Esperen el desarrollo del punto B.